sábado, 4 de junio de 2011

Segundo relato: Bubela

Este bello pájaro migratorio me trae recuerdos de la infancia veraniega en casa de mi adorado abuelo. Solía verlas sobrevolando con las alas extendidas, como si fuesen mariposas, un campo de fútbol rudimentario que había junto a la playa, vivían en los Olmos que daban sombra a la zona de espectadores y nosotros nos sentábamos en aquellos bancos de granito a descascar el cartucho de cacahuetes y tomar la gaseosa que comprábamos comunalmente en la tienda cercana. Habitualmente estábamos varios amigos y amigas veraneantes pero en ocasiones Joâo, mi primer amor de adolescencia, después de llevarme en la barra de su bici a recorrer pedaleando rápidamente el paseo marítimo de dunas apisonadas, regresaba a la tienda y compraba un cartucho de manises y una gaseosa para nosotros dos...... ¿cómo no voy a conservar un hermoso recuerdo de las Bubelas y del verano?.

Desde la casa del abuelo también las atisbaba a veces entre la fronda de Pinos, Eucaliptus y Olmos que la rodeaban y esperando su aparición me quedaba quieta quieta entre los helechos hasta que aprendí a discernir el canto de otras aves como el Petirrojo, el Cuervo o el mirlo que salía de su escondite a la puesta del glorioso Sol que se ocultaba poco a poco por y entre las Illas Sicas, Las Islas de los Dioses donde fue derrotado en cruenta batalla nada menos que Julio César.
  De entre los helechos esperando y contemplando nacieron mis primeros versos y escritos que nadie ha visto pero que están ahí escondidos latiendo en algún lugar de mi maltrecha red neuronal desbatratada por la intervención de Neurocirugía. Gracias a un médico 'de los de antes' especialista en otorrino y gracias al compañero/acompañante Buscador de Perlas estoy rescatando poco a poco mis guijarros curiosos y perlas escondidas. Gracias mil a los dos y si alguien lee lo que escribo y le complace lo que expreso deles también las gracias.

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